Nos despertamos temprano y al bajar por el desayuno nos recibió la recepcionista con dos buenas sorpresas: una, que el hotel ya se había debitado desde Bs As por agosto. Dos, nos había preparado un mapita con indicaciones de andata y retorno para que llegáramos a Suiza sanos y salvo. Ya que la noche anterior le habíamos contados que estuvimos perdidos por horas.
Sin dificultad alguna pudimos atravesar las bifurcaciones, incrochos y rotondas. Y así llegamos a la frontera Suiza donde nos esperaba la aduana. Habíamos preparado los pasaportes y todos los papeles que pudieran pedirnos. Pero solamente había una oficial que nos hablaba en un italiano-francés incomprensible, y nos pedía una calcomanía que debíamos exhibir en el parabrisas. Se la compramos por la módica suma de 35 euros, y nos devolvió de vuelto nuestros primeros dos francos. Seguimos adelante por la autopista atravesando los alpes suizos.. un paisaje de la san puta !!
Decidimos bajarnos en San Bernardino, que es un pueblo que está en la base de las montañas y la gente va a esquiar y pasear bajo el sol de la domenica.
Había nieve, mucha nieve. Caminamos un rato observando las casitas, un lago congelado y ríos que bajaban desde lo alto, formando a veces cascadas. Tambien vimos a dos ciervos comiendo de unos arbustitos por el camino…..
Almorzamos en el auto, debido al viento y a que todos los bancos estaban tapados de nieve.
De ahí partimos para Bellinzona, la zona de belli…. Jeje…. Alli nos esperaba una gran feria con productos regionales, muchos peruanos, músicos medievales y gente con trajes medievales. Entre ellos había un grupo ofreciendo a la gente vino caliente con especias y promocionando la próxima fiesta medieval del 12 de junio.
La feria la recorrimos de punta a punta. Misteriosamente entre los productos regionales no se vendía ningún chocolate…
La ciudad de Bellinzona es famosa por sus castillos, los cuales fuimos a recorrer. Lo que es estar en el primer mundo. A los castillos en Italia hay que subirlos por escalera, como se nota que Suiza esta tan avanzada respecto a Italia, que estos castillos tenían ascensor.
...Vino casero caldo....
...gaiteros...
Saliendo del ascensor te encontráis con una rampa de acceso, en donde tuvimos que enfrentar al viento más furioso de los Alpes. Yo me tuve que sentar en una piedra porque salía volando.
Diego, creyéndose super mario bros, subió a las torres en donde se veía toda la ciudad y el viento era todavía más fuerte.
Después de ahí, seguimos camino hacia Lugano. Que es una ciudad que esta sobre el lago Lugano. Durante el viaje sintonizamos una radio buenísima, RETE DUE, que pasaba música celta y nos amenizo el viaje. Búsquenla por internet y me cuentan.
Quisimos bajar a merendar en la orilla, pero el frio era imposible y nos metimos dentro del auto a tomarnos un litro de leche y comernos unos chocolates.
Como se nos vino la noche (les recuerdo 5.30pm) , emprendimos el regreso sin ninguna dificultad gracias a la indicaciones de la gente del hotel. Armamos las valijas y nos fuimos a dormir soñando con despertar en parís.
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